Muchos de nosotros, en algún momento del Camino, tomamos la decisión de consagrarnos a una Divinidad. Después de un largo tiempo conociéndola en profundidad, devocionándola y experimentándola, decidimos dar el paso.
Pero antes de hacerlo, pensemos.
La Consagración lo es para toda la vida. Quien decide hacerlo lo hace por motivaciones de sentimiento profundo, de amor, de devoción y de respeto. Jamás se toma una decisión así por “seguir una moda”.
Consagrarnos a una Divinidad implica un compromiso, un juramento que va más allá de las palabras. Hacer votos a una Divinidad implica traerla a nuestra vida de un modo definitivo, y sin vuelta atrás. No podemos implicarnos con ella para, cuando nos resulte enojoso mantener nuestra consagración, romper los votos y juramentos. Además de ser totalmente deshonroso, es muy peligroso.
Un juramento nos vincula de por vida. Cuando nos consagramos a una Divinidad implica que aceptamos tanto las bendiciones que nos aporta como las experiencias (buenas y malas) y pruebas. Los Dioses no son todo amor, como muchos quieren creer. Los Dioses poseen también sombras, pueden ser crueles y duros con nosotros cuando quieren templarnos y forjarnos. Estas pruebas nos hacen más fuertes, más sabios, y superarlas demuestra a los Altos Poderes nuestra lealtad y compromiso.
Ante todo debemos ser realistas y analíticos con nuestras experiencias. Caer en la creencia de “soy un elegido” no cabe en la consagración. Demasiadas veces vemos como algunas personas que se consagran a una Divinidad intentan imponer un punto de vista (más que interesado) sobre Ella, o erigirse en su “portavoz”. Lo triste es que esas personas no suelen haber ido más allá de internet en su búsqueda de información de la Divinidad, no han experimentado ni se han relacionado con Ella, y poco o nada la conocen realmente.
Permitid que recuerde de nuevo lo peligroso que es actuar así.
Juramentar por una Divinidad, consagrarnos a Ella implica que de forma inmediata, tenemos toda su atención. La relación que establecemos desde ese momento con la Divinidad (con su energía, su aura, llamadle como queráis) incide en nuestra vida, en nuestro día a día.
Que puede pasar?
Desde tener que enfrentar situaciones de peligro físico, situaciones de carencias, bordear la locura, enfrentar miedos y situaciones enquistadas que estallarán cuando menos lo pienses, perderlo todo para empezar de nuevo, vernos obligados a abandonar todo aquello que supone una carga para nosotros (ya sea trabajo, familia, pareja, aficiones…)
Y no estamos exagerando en absoluto.
Quizá alguien lea esto y diga “a mí no me pasa, a mi todo me va bien, todo me funciona, la vida es maravillosa”. Me alegro por ti, no es lo que sucede habitualmente, pero no pierdas de vista la posibilidad de que esto suceda más adelante. Primero, plantéate si has conseguido un contacto real, si has creado un vínculo con los altos Poderes. Cuando los Dioses deciden acariciarnos, esa caricia suele destruir nuestros muros para que la comprensión llegue a nosotros. Su amor duele, Ellos no son humanos ni se mueven según nuestros conceptos. Si algo en nuestra vida no está bien nos enfrentarán una y otra vez a ello hasta que lo superemos…… el sufrimiento será directamente proporcional a nuestra resistencia a esos cambios.
Así que, cuando tomes la decisión de consagrarte a una Divinidad, piensa bien si es necesario para ti y por qué quieres hacerlo. No es necesario estar consagrado para honrar a los Dioses, solo alguien que desee una relación más íntima con la Divinidad debe hacerlo, teniendo en cuenta las implicaciones y compromisos que contrae.
En caso de estar decidido, es importante estudiar a la Divinidad a la que te deseas consagrar. En caso de no tener claro a que divinidad consagrarte puedes leer los antiguos textos, pues entre sus letras puedes hallar a Aquel o Aquella con quien sientas afinidad y a quien decidas honrar. Atiende también las señales que te rodean, pues pueden mostrarte que Divinidad es la que te influye. Consulta también con aquellos que tienen más experiencia, con tus sacerdotes o Dedicantes, que pueden aclarar tus dudas. Y cuando estés seguro, prepara un pequeño altar en honor a la Divinidad a la que te has consagrado.
Suerte.