En druidismo se practica la magia, entendiendo como tal la capacidad de provocar cambios en nuestras vidas que nos ayuden a conseguir nuestros objetivos, reforzando nuestra autoestima y potenciando nuestras capacidades como seres humanos. Aprendemos a buscar en nuestro interior para descubrir y comprender nuestra identidad, y la conexión que compartimos con el resto del universo.
Los antiguos celtas veían su personalidad física como si existiera en el centro del universo. Esta percepción no estaba basada en el egoísmo, o en imponer a la persona frente a la naturaleza. Situado en el centro, uno admite que está conectado automáticamente a todas las cosas que hay alrededor y, en consecuencia, lo que le pase a los demás me afecta a mí.
Nuestra “magia” es el conocimiento de uno mismo y nuestra conexión con el resto del universo. Aprendemos a caminar por la “telaraña” de la creación, por esas diminutas fibras de la existencia que unen unas cosas con otras. Aprendemos que el interior y el exterior son reflejos opuestos de lo mismo y que estamos en el centro de la creación, cada uno de nosotros conectando con el universo que existe a nuestro alrededor y, al mismo tiempo, dentro de nosotros.
A través de los rituales y del aprendizaje trabajamos en dos direcciones al mismo tiempo….. ahondar en las profundidades del alma y, a la vez, trabajar para comprender el mundo exterior. Sabemos que todo está interconectado y por ello llegamos al conocimiento y la comprensión del mundo exterior más fácilmente si comprendemos antes nuestro mundo interno. Cuándo hemos aprendido como opera nuestro universo interior, alcanzamos el conocimiento superior de cómo existe y funciona el mundo que nos rodea, y en consecuencia, obtenemos la Soberanía sobre nosotros mismos.
Esa es la magia.
Gracias por su generoso aporte al conocimiento de nuestra existencia espiritual y material. Un abrazo