Cuando me encuentro con gente que se define como brujos, druidas o chamanes y los veo hablar de la “magia” como algo fácil, inocuo, romántico o hasta divertido estando totalmente inmersos en lo “normal” (quizá como un intento para ocultar y calmar el miedo través de una ilusión de “seguridad”), por muy sinceras que sean estas personas no puedo aceptarlas por lo que dicen ser. Esos títulos son algo muy diferente, no son cosas para aparentar, ni para jugar.
La magia verdadera no es algo que uno hace, sino algo que uno es. Y para poder ser magia hay que manifestarla en todos los aspectos de nuestra vida. Hay que vivirla y dejar que influya en nuestras acciones, hay que dejarse llevar por ella. Pero eso no es fácil cuando estás la mayor parte del tiempo viviendo en el mundo “normal”, inmersos en una cultura que niega esta realidad mágica.
Para aquellos que transitamos el Camino, el Miedo ocupa un lugar importante. El Miedo a la Locura. La Noche Oscura.
Este proceso es muy desestabilizante; no es como una “meditación” con una Diosa Oscura que, aunque puede ser el desencadenante para un enfrentamiento con la propia “sombra”, es algo “suave” comparado con lo “real” que es el miedo a la locura. Este es un viaje muy largo y una vez el proceso se ha puesto en marcha ya no hay vuelta atrás. Deberemos aprender a coexistir con nuestra familia y en sociedad mientras cargamos con estos estados alterados de conciencia. La puerta ha sido abierta, ya no podrás cerrarla.
Estos procesos son algo parecido a recibir un puñetazo. Cuando se despierta este Fuego interno suelen darse algunos efectos secundarios: dolor de cabeza, sueños intranquilos, insomnio, dolor de estomago o de espalda, musculares, desmayos, mareos, ahogos. También surge la posibilidad de sufrir una enfermedad mental (depresiones, ansiedad, ausencia de realidad), sentimental (problemas con familia, amigos o pareja) y del alma (soledad, perdido del sentido de la vida, ausencia de vitalidad.) Es entonces cuando iniciamos una lucha para unir el cuerpo, la mente y el alma. No es fácil; no se trata de un “quiero ser mejor” si no de un “debo enfrentar y resolver esto o voy a ser destruido”. Iniciamos una lucha para resolver esos bloqueos que tenemos enquistados de tal forma que los creemos parte de nuestro carácter. Están tan enraizados que cuando conseguimos eliminar alguno de estos “bloqueos”, tenemos la sensación de haber renunciado a lo que somos o a una parte de nuestra vida.
Debemos también aprender a controlar y frenar las ráfagas de energía que trae el “despertar”, para así poder recuperarnos y coger fuerzas para enfrentar toda la situación. Aquí podemos darnos cuenta de la importancia de los rituales; un único “ritual” realizado durante meses nos puede traer más “trabajo” interno que si nos dedicáramos a celebrar un “ritual” semanal. Es más, puede dejarnos con pocas ganas de realizar más “rituales”. Un trabajo personal de esta profundidad nos obliga a seguir otro “ritmo”, a centrarnos para evitar perder la razón, la salud física o a aquellos que nos rodean. Quien se lanza a este camino de forma irresponsable puede perderlo todo en el camino: trabajo, amigos, familia o pareja. Y perderlos de verdad. Es importante pensar en nuestra salud global: cuerpo-mente-espíritu.
Si “algo” tiene que darnos una señal, lo hará y de un modo indudable, no debemos obsesionarnos. El mundo seguirá avanzando contigo o sin ti, y no se detendrá para que podamos resolver nuestros asuntos espirituales. Debemos dedicar a cada cosa su tiempo y su energía, y no obsesionarnos.
A veces sucede que durante un “ritual” o un trabajo espiritual, algo se desencadena. Presencias no humanas, desconcertantes, inquietantes, aterradoras y poderosas. Son más que un “fantasma” o “espíritu”, pues estos no son otra cosa que “humanos desencarnados” o “sobrenaturales”. Las presencias son algo inhumano y real. Los Altos Poderes son aterradores, no hay una “dulce Brigit” o una “maternal Danu”. Ellas son tan aplastantemente inhumanas que están más cerca de ser descritas como “demonios” que como “diosas dulces”. Estar ante los Altos Poderes, sentir su presencia (que es algo indescriptible) es enfrentarse tanto a la Locura como al Placer, algo que puede ser adictivo. Podemos lanzarnos a lo desconocido pero después de vivir experiencias extáticas, debemos volver a la realidad y digerir la experiencia. Y eso puede ser muy duro, porque…… ¿fue real? ¿Esas sensaciones, esos sentimientos, esas emociones….eran auténticas? ¿O estaba loco? ¿Perdí la cabeza? Si estás despertando el Fuego en ti, estás más allá de los Dioses, rituales o leyendas.
Pero también se pueden producir periodos de “muerte energética”, parones. Sin embargo no debemos desesperarnos ni tener prisa. La experiencia puede ser lo bastante traumática, aterradora y desestabilizante como para no tenerla. Lo que se te muestra es tan grande, tan terrible, que lo último que deseas es repetir la experiencia, al menos durante algunos años. Lo que deseas es tranquilidad, poder dormir, que tu familia no se preocupe por tu estado. También se debe evitar la obsesión por llegar a esa iluminación, repetir de inmediato la experiencia o conocer en profundidad el Otro Mundo. Además, si forzamos y nos quedamos a mitad de camino, podemos pensar que no servimos para esto (brujería, druidismo, chamanismo, etc…); no obstante este es un proceso totalmente independiente de títulos e iniciaciones. De hecho, en tu camino interior no es necesario todo este mundo de linajes, organizaciones y demás, porque nuestra propia experiencia es mucho más enriquecedora y, además, personal y solitaria.
Cuando alcanzas este estado, lo último que te interesa o preocupa es que te consideren un “buen brujo”, un “maestro Druida” o un “experto en los elementales”. Esto quedaría muy bien en nuestro “curriculum”, pero el Fuego no trata de esto….
Recordemos la figura de Suibhne; el Rey Suibhne pierde la razón durante la batalla de Magrath y pasa el resto de sus días casi desnudo, saltando de árbol en árbol a través de toda Irlanda, quedándose de vez en cuando en Gleann na nGealt, el Valle de los Locos. Aunque Gealt se traduce como “locura o terror”, la palabra nos lleva a un concepto extático, pues incluía el miedo y el desequilibrio tanto como el éxtasis y la sabiduría transcendental. Suibhne es quizás la imagen más cercana a un chamán dentro de la literatura irlandesa.
Así pues, si la Noche Oscura ha descendido sobre ti y el Fuego en la cabeza nubla tu visión, ten paciencia e intenta mantenerte completo entre mundos. Y sigue estos consejos…..
Suerte.
Muchas gracias!
Maravilloso documento…queda para mi archivo personal y espero seguir recordándolo.Muchas gracias
Uff Marta, me ha encantado, me encuentro en un momento así y ayer mismo pensaba en cosas similares. Te entiendo y en algunos momentos has expresado cosas que yo misma he pensado.