El tiempo sin tiempo se ha evaporado con el último rayo del astro rey…
Su luz sólo es sentida en las almas de quienes contemplaron su descenso.
Las regencias de la alta Dama de Argenta, no demoran en dibujarse.
La noche de ha extendido con su manto estrellado, cubriendo las bóvedas celestes, donde reluce ka gran perla platinada…
No puedo detener el sonido que invade mis oídos…
Ni las lágrimas que brotan al escucharlo.
Sé que es inevitable, ser impulsado por esa secuencia de acontecimientos que se enlazan en una maraña perfectamente tejida por los Altos Poderes.
Es imposible evitarlo…
El sonido, es seguido por ese anhelo exasperado por gritar…
Por exclamar con todas las fuerzas liberando una presión que mi espíritu necesita para canalizar el presagio…
Podría cantar…
Podría murmurar una sutil melodía, para honrar aquello que se avecina.
Un cántico fúnebre para guiar los pasos de aquellos que están por partir.
El viaje se aproxima con el transcurrir del tiempo.
Se siente en las fibras de mi ser.
El cruce de portales está cerca.
Debo dar tiempo para la despedida.
La vida guarda un profundo silencio, y se escucha a La Tierra respirar.
El Verdor murmura un lamento, un adiós…como el mismísimo Sol.
Permanezco inmutable, dejando que las lágrimas corran…
Los gemidos de mis parientes no demoran en escucharse.
Sus llantos fantasmales atraviesan los umbrales.
Y aparecen ante mi, en un extraño círculo, donde se oye un llanto, una canción a coro.
Sus largos vestidos flotan.
Al igual que ellas, llevo capucha, gris…
Sin mirarnos a los ojos, sabemos que estamos ahí, en aquel encuentro nocturno.
Juntos.
Nuestras esencias se comunican entre sí, a través del sonido y nuestras fuerzas etéreas.
Sus rostros de porcelanas relucen en la oscuridad, como brillan las gemas que cuelgan en los cuellos de algunas…
La belleza, la vejez y la juventud se juntan en medio de aquel concilio…
Sus cabelleras flotan, en medio de la oscuridad, extendiéndose, semejantes a las ramas de los silenciosos árboles que nos rodean.
Somos testigos de como siete cornejas, cinco cuervos, tres lechuzas, y un cisne hacen acto de presencia desde las sombras…
Aún en sus aspectos aviformes, nos reconocemos.
Somos una extraña, gran familia…
Una familia desconocida, un clan fragmentado, que sólo se reúne dos veces al año.
En Beltane y en Samhain.
Porque honramos la vida y la muerte.
Somos guardianes del Ciclo.
Y sólo si alguien santo debe partir, nos encontramos una tercera vez.
Para algunos somos demonios, para otros somos ángeles…
Algunos creen que somos fantasmas, y unos pocos, saben lo que somos realmente, moradores del Sidhe.
Aún cuando no nos conozcamos.
Nos conocemos.
Aún cuando protejamos a diferentes personas o clanes.
Estamos en alianza y confidencia.
Aún si servimos a alguna de las tres grandes reinas faerie.
Nos entendemos…y permanecemos en profunda armonía.
Tengamos clan, y hogar, o vivamos deambulando entre los mundos…
Porque somos lo mismo.
Psicopompos que guían a las almas…
Guardianes, y tutelares…
Mensajeros de la muerte.
Transportamos a quienes deben viajar.
Extendemos nuestras alas y les hacemos llegar a su destino, mientras entonamos cánticos antiguos que sólo nuestra estirpe conoce…
Porque somos los pájaros del Sidhe.
Y conocemos el vuelo a las islas del Tir Na nOg…
Hoy es la chispa de la vida, a quien acompañaremos en el viaje.
Hoy es al verdor a quien le cantaremos para que repose en un dulce sueño del Otro Mundo…
Guiaremos a su espíritu en el largo viaje a las Islas de la Eterna Juventud, para que repose en el gozo inmortal.
Hoy lloramos, y cantamos.
Lamentamos y festejamos, en honor al ciclo interminable de la vida.
La rueda cíclica…
Como banshees.
Murmuramos…
Por la muerte y el final, que dará paso a la vida y al inicio…
Porque ha llegado el cierre cíclico.
El adiós…
Ha llegado, el Samhain…
* Siréan Sidhe *